Prevenir el abuso de tecnología en adolescentes
Todos conocemos personas en nuestro círculo cercano que, en algunos casos, hacen un uso excesivo de smartphones, tablets, ordenadores o consolas. Estos aparatos les proporcionan una muy alta gratificación, por lo que pasar del uso al abuso es muy fácil sin darse apenas cuenta. Con el móvil en la mano, pierden la noción del tiempo.
Por lo general, casi todos hacemos un uso algo excesivo de la tecnología pero, en este artículo, trataremos de enfocarnos en una determinada franja de edad en la que es muy común este problema: la adolescencia.
Por supuesto, ni todos los adolescentes son iguales, ni jugar a un videojuego, tener un perfil en redes sociales o ver una serie es de por sí perjudicial a ninguna edad. La intención de este post es simplemente dar tips para detectar el uso excesivo y prevenir el abuso
¿Cuándo es más probable que ocurra?
En la adolescencia, tenemos bastante desarrollado el cerebro primitivo (el de las emociones) y no tanto el ejecutivo (el de la toma de decisiones y el control de los impulsos) por ello, es una etapa en la que es más fácil que se den los excesos.
Cuando los adolescentes están en un momento vulnerable, algo que ocurre a menudo por la propia naturaleza adolescente, con conflictos, sentimientos de soledad e incomprensión, tienden a llenar el vacío con las tecnologías. Es una forma de disociarse y meterse en un estado de desconexión que les termine produciendo cierto placer (generan dopamina, que les hace sentir mejor).
¿Cómo sabemos cuándo está siendo un exceso de pantallas?
En general, los padres podemos dejarnos llevar por nuestra intuición para poder valorar las situaciones en casa. No obstante, evaluar el buen uso o abuso puede hacerse fácilmente respondiendo a las siguientes preguntas:
- ¿Crees que está demasiado tiempo dedicado al dispositivo?
- ¿Existe enfado y/o malestar si no puede utilizarlo?
- ¿Le crea conflictos en las relaciones personales?
- ¿Le lleva a engañar o mentir?
- ¿Ha perdido interés por otras actividades que antes le gustaban?
- ¿Ha fracasado en sus intentos de dejarlo?
- ¿Encuentra satisfacción en la simple anticipación de la idea de usarlo?
- ¿Cuando se lo quitas, su respuesta es de abstinencia?
- ¿Ha gastado dinero en ello sin permiso?
Si las respuestas son síes, efectivamente, estaríamos hablando de un uso excesivo o adictivo a la tecnología.
¿Por qué sucede la adicción a la tecnología?
Principalmente porque jugar a videojuegos o entrar en redes sociales les encanta y porque en el cerebro tiene lugar el llamado circuito de recompensa: un proceso por el que asociamos una situación o acción con el placer y tenderemos a repetir la experiencia para volver a disfrutar de esa sensación. A nadie le amarga un dulce.
Los peligros que pueden acechar.
El problema viene cuando nuestra capacidad de autorregulación se ve mermada y pasamos del placer y el uso, al abuso o la adicción. Lo que en principio hacíamos de forma voluntaria y bajo control, pasa a ser una necesidad cuando nuestro sistema de recompensa ya no se ve satisfecho por otra acción que la que nos tiene “enganchados”.
Nuestro cerebro ya no se satura ni llega al punto de fatiga. Se emborracha de dopamina y cada vez necesitamos más cantidad de esta substancia para llegar al punto de recompensa, esto es lo que hace que sea adictivo.
Con un esfuerzo mínimo (subir una foto, o mover los dedos en un mando) se recibe una gran recompensa, lo que puede distorsionar el concepto de esfuerzo real.
Adicción a los videojuegos:
El propio diseño de los videojuegos, hace que puedan llegar a ser adictivos: a más reto de juego (perder repetidamente, no pasar pantalla), más adictiva es la actividad. Lo que engancha no es ganar, sino perder y querer volver a intentarlo. Los creadores de videojuegos aprovechan el estado de activación en que está el cuerpo durante el juego.
Adicción a las Redes sociales:
Todas las redes sociales están diseñadas para que permanezcamos el máximo tiempo posible en ellas, sin salirnos, sin irnos a otra red social, sin desconectar. Para lograr esto están las notificaciones, los likes, las sugerencias de amistad y otras muchas herramientas que hacen que desees seguir mirando y después, volver a entrar, que llevado al extremo produce el llamado Síndrome FOMO, una ansiedad producida en la persona cuando no está conectada a la red social y siente constantemente que se está perdiendo algo.
La necesidad constante de mostrarte y mostrar tu vida (lo que haces, lo que comes, donde estás), asociado a los likes y demás interacciones, hacen que el individuo pueda desarrollar una excesiva dependencia de aprobación por los demás. (Para evitar esto, Instagram ha eliminado que los likes sean visibles y de esta forma tratan de evitar la presión social que tienen los adolescentes).
Por otro lado está el alejamiento de la realidad y el sentimiento de inferioridad que puede producir ver el mundo a través de las redes sociales, en donde no se refleja la realidad de las personas sino lo que les gustaría que fuera su realidad y lo que quieren mostrar, su mejor cara.
Adicción a las Series:
Al disponer a la carta de todos los capítulos de las series, es difícil parar de verla aunque ya hayamos visto varios capítulos seguidos. Algo que las plataformas saben y aprovechan automatizando el comienzo del siguiente capítulo en pocos segundos al acabar el que estamos viendo. Las plataformas aprovechan el estado de relajación en que te deja ver la serie para facilitarte seguir consumiendo un capítulo tras otro. Llevado al límite hace que algunas personas enganchadas a las series, abandonen sus obligaciones o responsabilidades. Es fácil ver a un adolescente que está viendo varios capítulos de su serie favorita en lugar de estudiando
¿Cómo podemos prevenir la adicción a las tecnologías?
Si pensamos que nuestros hijos abusan de las pantallas es muy posible que no sean capaces de activar sus propios sistemas de autorregulación y por ello necesitarán supervisión y apoyo de los adultos.
- Conexión antes que corrección: No le sermonees ni te pongas en su contra, necesita tu ayuda más que tus reproches. No le alejes de ti.
- Hablar del tema del uso de pantallas cuando no están delante de la pantalla. Hablarles de datos concretos, no de juicios ni apreciaciones: cuánto tiempo exacto están en uso vs. cuánto sería un uso razonable.
- Establecer juntos el tiempo de uso y el momento en que podrán hacerlo.
- Reconocer nuestra propia adicción ayuda a entender a los niños: obsérvate a ti mismo: cuántas veces consultas el Whatsapp, el Facebook, el correo electrónico, etc. Pon el foco también en ti. Da ejemplo.
- No dar el móvil antes de los 13 años (discutir al menos la conveniencia de tenerlo antes de esa edad).
- Hacer lo mismo que ellos respecto a las tecnologías, si ellos duermen sin móviles en la habitación, tú también duermes sin el móvil en la habitación, si no se usa en la mesa, no lo uses en la mesa…
- Enseñarles a decir NO. No a compartir fotografías, no a ver contenidos que no sean apropiados, no a practicar sexting….
- Potenciar el afecto y enseñarles el valor de la individualidad y que no pasa nada por no hacer lo que hacen los demás.
- Compartir opiniones y hablar con calidad de presencia con nuestros hijos. Estar con ellos no es lo mismo que estar verdaderamente presentes y disponibles para ellos.
- Practicar herramientas de la Comunicación No Violenta: necesidades y emociones como base de la comunicación
- Usar Disciplina Positiva: sin premios ni castigos, sino con colaboración
- No utilizar dispositivos con menores de 4 años para que coman, o hagan cualquier rutina diaria, estaremos sembrando lo que después necesitaremos eliminar.
- Proponerles alternativas más saludables: paseos, viajes, naturaleza y un obligado que suele funcionar mejor de lo que pensamos: los juegos de mesa.
- Estar con ellos en estas propuestas alternativas: no vale con decirle que juegue a un juego de mesa, se apuntarán encantados si te animas a jugar tú con ellos.
- Todo lo que se te ocurra que le acerque a ti y les saque de su aislamiento: piensa en sus aficiones o intereses y proponles hacerlo con ellos.
Y por supuesto, si consideras que ya no puedes hacerte con la situación, busca la ayuda de un profesional. En nuestro servicio de coach de familia te ayudamos a identificar este tipo de situaciones y cómo poder gestionarlas eficientemente. Puedes escribirnos a coach@escuelabosqueencantado.com o llamarnos al 91 500.12.60